Estamos en Sevilla y esta es una edición especial de nuestra newsletter. La ocasión lo requiere. La capital andaluza es estos días una sartén incandescente —50º marcaba un termómetro en la calle el domingo cuando aterricé—, en la que hay gente que se pasea con abanicos amarillos en los que se lee: tasar a los superricos. Son algunos de los miles de asistentes a la IV Cumbre sobre Financiación para el Desarrollo que se celebra hasta este jueves.
Para Planeta Futuro es una cita clave y por eso buena parte del equipo estamos aquí contando casi al minuto lo que ocurre. Y lo que sucede es que unos 60 jefes de Estado y de Gobierno, además de representantes de organizaciones internacionales han sellado un acuerdo que han llamado Compromiso de Sevilla, con el que aspiran a reformar algunas de las asimetrías de un sistema que ahoga a los países del Sur Global en deuda y recortes de políticas públicas y que les condena a sufrir los efectos de una emergencia climática causada por las naciones industrializadas. Cómo contábamos aquí, con 3.400 millones personas viviendo en países que gastan más en deuda que en salud o en educación, hablar de desarrollo se convierte casi en una broma macabra. Todo esto con un recorte brutal de la ayuda al desarrollo por parte de Estados Unidos, pero también de países europeos, ensimismados en sus propias crisis y rearmándose a marchas forzadas ante la inestabilidad global.
Sevilla está siendo también un termómetro de por dónde respira el mundo. El compromiso de Sevilla se adoptó por consenso, pero sin la participación de Estados Unidos, que se retiró de las negociaciones. Eso ha dado pie a una sensación extraña que emana de esta cumbre. El mundo entendiéndose, el multilateralismo en marcha, pero sin contar con Estados Unidos, el mayor donante del mundo y un país clave en cuestiones relacionadas con la deuda. Hablando con negociadores del documento y con asistentes a esta cumbre da la sensación de que Sevilla ha logrado precisamente catalizar una unidad de una comunidad internacional muy consciente de que problemas globales como la emergencia climática, la salud, el comercio mundial, el desarrollo o la migración solo se pueden resolver juntos. Y de que el sálvese quien pueda y la ley del más fuerte que predica la Administración estadounidense solo va a traer más destrucción.
Hasta aquí las buenas noticias. Lo difícil ahora es que todas esas buenas intenciones que aparecen en el Compromiso de Sevilla y en las iniciativas concretas de la llamada Plataforma de Acción se cumplan. En Planeta Futuro estaremos aquí para contarlo y para fiscalizar que esta cumbre, como nos dijo un participante, no sea solo una victoria de las palabras.
|