Hola a todos:
hoy se estrena Un simple accidente, un thriller impresionante, un drama con dilema moral y con la venganza como motor narrativo que, por desgracia, mucha gente despreciará por ser iraní. Y eso que es obra de un tipo fascinante, autor de enormes obras: Jafar Panahi. Con ella ganó la Palma de Oro en Cannes, y tiene pinta de que obtendrá varias candidaturas a los premios Oscar, adonde su película ha sido enviada por... Francia (el gobierno iraní envió otro título).
Durante meses, Panahi, que llevaba, obviamente, lustros sin viajar, ha participado en charlas por cuatro continentes. A él le gustaba viajar, ahora se resarce de tanto tiempo sin salir de cárceles o de arrestos domiciliarios. En San Sebastián, volví a sentarme con él (traductor mediante, claro), y esa es la entrevista que leéis aquí, solo para esta newsletter.
Antes un prólogo largo: en Cannes ya había charlado con él (con mejor traductora que en el Zinemaldia, por cierto). Fue una sensación curiosa, la misma que ante otro gran perseguido por el régimen de los ayatolas, Mohamad Rasouluf. Os recuerdo que a inicios del siglo XXI, Panahi era un director de prestigio con El globo blanco (1995) y El espejo (1997). En 2000 ganó con El círculo el León de Oro de Venecia. Y a la vez comenzó a acentuarse su perfil político. Con Fuera de juego (2006) ahondó en la distancia creciente entre sus compatriotas y los ayatolas. En 2010 fue detenido por primera vez, junto a su esposa y una quincena de invitados, en su casa de Teherán: su delito, apoyar al principal líder de la oposición. Tras varios meses en prisión, e incluso iniciar una huelga de hambre, volvió a su hogar para sufrir arresto domiciliario.
De ahí que Esto no es una película (2011) estuviera filmada en su piso, y explorara su frustración por no rodar. La película salió de Irán escondida en un pendrive. Mientras en Europa recibía numerosos apoyos (en 2010, Juliette Binoche ganó en Cannes el premio a mejor actriz por Copia certificada, de Abbas Kiarostami, y recogió el galardón con un letrero con el nombre de Panahi), el cineasta comenzó su carrera de artista prohibido, filmando en secreto Taxi Teherán (Oso de Oro en 2015), Tres caras (2018) y Los osos no existen (2022), rodada en la frontera con Turquía. En todas Panahi se interpreta a sí mismo o a un personaje similar a él.
Mientras, proseguía la represión. En julio de 2022, el otro gran represaliado, Mohammad Rasoulof, fue detenido. Panahi le dedicó un post en su cuenta de Instagram y condenó la “constante represión” que sufrían los artistas iraníes. A los tres días se acercó a la cárcel a preocuparse por Rasoulof, y también fue detenido y encarcelado. A la semana fue condenado a seis años de cárcel por los hechos de 2010. Ambos vivieron juntos en prisión las protestas de las mujeres, y ambos han dedicado sus últimas películas a las experiencias que sufrieron en sus celdas. Liberados, Rasoulof decidió huir a Alemania y Panahi, que ahora mismo solo tiene prohibido rodar, se lanzó a filmar Un simple accidente. Con ella salió de Irán y fue a Cannes, donde le pregunté: ¿de verdad va a volver a casa sin problemas? “Sí, ¿por qué no?”.
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