Esta semana os contamos que ya empezamos a hablar como robots. Bip, bip. Sí, suena fuerte. Los generadores de texto como ChatGPT, que en noviembre cumple 3 años, se han colado en correos electrónicos, trabajos, incluso en muchos exámenes. La autora del reportaje es Karelia Vázquez, especialista en detectar tendencias tecnológicas, y entre otras cosas cuenta que quienes usan la IA para redactar tienen una actividad cerebral con menos conexiones.

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Además, publicamos un texto del crítico cultural Jordi Costa que describe algo que está regresando al cine made in Hollywood: las películas con mensaje político. Y entrevistamos a la neuróloga irlandesa Suzanne O'Sullivan, que avisa de que estamos sobrediagnosticados.

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Seguid conmigo (que soy humana),

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Por Carmen Pérez-Lanzac

Esa herramienta que prometía ser una ayuda para múltiples facetas, se está convirtiendo en una muleta que sacrifica nuestra creatividad y reduce nuestra confianza en los demás: ya no nos creemos los mensajes que recibimos llenos de expresiones sintéticas. Además nos hace más vagos  y nos vuelve más mediocres y desconfiados, según un estudio del MIT.  Los investigadores que se dedican a estudiar el uso de la inteligencia artificial la detectan fácilmente porque siempre prioriza ciertas palabras sobre otras, como el verbo to delve (en español, ahondar o profundizar). Si detectáis un delve, hay muchas papeletas de que detrás se esconda ChatGPT.

Podéis leer el texto aquí.

Suzanne O’ Sullivan siempre quiso escribir, pero una infancia humilde en Irlanda la empujó a la neurología, y acabó enamorada de la complejidad de la mente humana. Con los años se puso a escribir sobre la multitud de pacientes que atendía y los aprendizajes que obtenía tratándolos, un poco como hacía el gran psiquiatra Oliver Sacks. En su último libro —La era del diagnóstico. Cómo la obsesión médica por etiquetar nos está enfermando (de la editorial Ariel)—, la neurocientífica señala en la entrevista que estamos sobrediagnosticados y que hemos convertido a personas potencialmente sanas en nuevos pacientes. “Para mí, el sobrediagnóstico es ese punto en el que definir como médico un problema acaba causando más daño que beneficio”, le dice a nuestro corresponsal en Londres, Rafa de Miguel.
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