|
El grupo de WhatsApp de la sección de Internacional deja poco tiempo para ocuparnos de otra cosa que no sean los últimos acontecimientos mundiales. Si pudieran ustedes mirar por un agujero, se encontrarían este tipo de mensajes: “¿Hay novedades de Australia como para hacer una pieza nueva?”. Así, minuto a minuto, guerra a guerra, cumbre a cumbre, tsunami a tsunami. De repente, el lunes, un compañero cultureta escribió: “Qué horror lo de Rob Reiner. Ya sé que no es nuestro…” Efectivamente, el apuñalamiento de un famoso director de cine junto a su esposa, supuestamente a manos del hijo de ambos, con problemas de adicción a las drogas, no es algo que suela abordar la sección de Internacional. El hecho de que los Reiner hayan dejado tres hijos huérfanos y recibido miles de muestras de cariño no interfiere en nuestro trabajo diario.
Sin embargo…
Permítanme que me sirva de este boletín para recordarles lo que Trump escribió tras la muerte de Reiner y su esposa en su red, Truth Social (Verdad Social, en inglés, ahí es nada). Creo que estas palabras dicen más sobre el presidente de la nación más poderosa que sesudos reportajes:
“Anoche ocurrió algo muy triste en Hollywood. El torturado y atribulado Rob Reiner y su esposa, Michele, fueron encontrados muertos en su casa de Los Ángeles, según informes, debido a la ira que él causó en otros a través de su masiva, incesante e incurable afección con una enfermedad que paraliza la mente conocida como SÍNDROME DE DESQUICIAMIENTO POR TRUMP”.
“Se sabía que él volvía LOCA a la gente por su rabiosa obsesión con el presidente Donald J. Trump, con su evidente paranoia, alcanzando nuevos niveles a medida que la Administración Trump superaba todas las metas y expectativas de grandeza. ¡Que Rob y Michele descansen en paz!”
Horas más tarde, un reportero le preguntó si mantenía lo dicho y respondió:
“Bueno, no era fan suyo en absoluto. Era una persona trastornada en lo que a Trump respecta. Creo que se hizo daño a sí mismo en su carrera; se volvió como una persona trastornada, el síndrome de desquiciamiento por Trump (Trump derangement syndrome). Así que no era fan de Rob Reiner de ninguna manera, forma o estilo. Pensé que era muy malo para nuestro país”.
El efecto Trump. Esos líderes europeos que usted ve en la foto de arriba, Zelenski, Von der Leyen, Rutte, Macron y Meloni… todos ellos saben de sobra lo vengativo y rencoroso que puede ser Trump. Pero optan por la diplomacia del vasallaje. ¿O tal vez se podría actuar de otra forma? Ninguno de ellos, eso sí, se ha rebajado al extremo de Rutte, secretario general de la OTAN, que llamó a Trump "papi". Pero todos intentan mantener las sonrisas que pueden apreciar en esa foto.
Usted tal vez no sea, de momento, ningún jefe de Estado europeo. Así que puede permitirse el lujo de sentir la misma libertad de la que disfrutaba Rob Reiner para criticar a Trump. Piense en qué le diría a Trump si lo tuviera delante. Con educación, sin insultos.
Y tras ese instante de éxtasis, póngase en la piel de esos líderes y verá el desconcierto, el miedo paralizante que sienten algunos, como cuando un agresor comienza a golpear a una anciana en el metro y el resto de viajeros permanece en sus asientos, petrificados. Uno se pregunta, al ver esas escenas: ¿Cómo es que nadie reaccionó? ¿Es que nadie guarda un resquicio del valor de esos héroes anónimos que arriesgan sus vidas ante un atentado?
En este caso, la anciana agredida se llama Europa. Y los pasajeros que pueden hacer algo por ella son los propios líderes de los 27 países que la integran. Lean este reportaje de María R. Sahuquillo y Manuel V. Gómez y verán cómo reaccionan:
Y este análisis de Bernardo de Miguel:
Y este otro de Lluís Bassets:
|