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Buenos días a todo el mundo. Este año, el mundo ha estado observando de cerca a Siria. Por mucho tiempo fue una dictadura brutal pero estable en Medio Oriente. Luego se sumió en una guerra civil y se convirtió en un caldo de cultivo para el terrorismo. En diciembre del año pasado, un líder militante islamista hizo lo impensable. Se dirigió a Damasco y derrocó al régimen. Ese hombre, Ahmed al Shara, quien hasta el mes pasado estaba en la lista de terroristas del Departamento de Estado estadounidense, es desde hace un año el presidente de Siria. ¿Hasta qué punto su transformación es real? ¿Podrá cambiar también el país? Hoy escribo sobre lo que se necesita para llevar a cabo la evolución de militante a dirigente nacional. También:
La transformación de un militanteAños antes de que Ahmed al Shara se convirtiera en presidente de Siria, era comandante de un grupo rebelde yihadista aliado de Al Qaeda. Enviaba terroristas suicidas para volar puestos militares y estaba comprometido a crear un Estado islámico. Hoy, Al Shara viste traje, cuadra el color de sus corbatas con las banderas de los países que visita y es recibido en la Casa Blanca. Es una evolución asombrosa. Pero Al Shara no es la única persona con un “pasado poderoso”, como dijo una vez el presidente Trump, que se encuentra de pronto recorriendo los pasillos del poder. Y las historias de líderes que dejaron atrás sus pasados poderosos pueden decirnos algo sobre lo que ha llevado a Al Shara a este momento, y si podría ser capaz de transformar también a Siria. Un medio para un fin Conversé con Véronique Dudouet, investigadora que estudia los cambios en los conflictos. Una de las cosas que enfatizó fue que gran parte de las circunstancias de Al Shara son únicas. Al Shara llegó al poder con una toma de poder militar, no a través de años de acuerdos negociados que suelen poner fin a los conflictos. En ese sentido, la rapidez de su cambio de papel ha sido especialmente asombroso. También está dirigiendo una sociedad que se enfrenta a una serie de retos especialmente complejos: Siria está saliendo de una guerra y se enfrenta a una gran variedad de divisiones sectarias. Aun así, en nuestra conversación abordamos algunos ejemplos que, no obstante, podrían ofrecer algunas lecciones. Uno de esos ejemplos fue el de Martin McGuinness, el antiguo miembro del IRA que acabó convirtiéndose en viceprimer ministro de Irlanda del Norte. Otro fue el de Nelson Mandela, quien participó en la lucha armada contra el régimen del apartheid. Comparar a Al Shara con Mandela, ícono mundial de la justicia, puede ser disonante. Pero comparten un tipo de pragmatismo, señaló Dudouet, que ayuda a sacar a las sociedades del conflicto y conducirlas a una política normal. Mandela y McGuinness veían la lucha armada como un medio para alcanzar un fin y supieron cuándo abandonarla, dijo Dudouet. Hemos visto indicios de que Al Shara también lo hace. Hablé con Jerome Drevon, del International Crisis Group, quien ha entrevistado a Al Shara varias veces en la última década. Drevon me dijo que, aunque Al Shara sigue siendo islamista, cortó sus vínculos con el Estado Islámico en 2014 y con Al Qaeda en 2016 porque su extremismo y violencia perjudicaban su causa. Muchos sirios estaban aterrorizados por ambos grupos. Cuando se hizo con el control de la región noroeste siria de Idlib, creó una fuerza policial religiosa, de la que se deshizo cuando la población se opuso. También ha reducido la intensidad en la imposición de una visión estricta de la ley islámica, sobre todo en lo que se refiere al castigo físico. Unir a un país dividido exige concesiones. Y para lograr eso, se requieren líderes que eviten atrincherarse en posiciones ideológicas inamovibles. La importancia de la credibilidad Negociar con tus oponentes es solo una parte de la transición para salir del conflicto. La parte más difícil suele ser negociar con tus propios partidarios sobre cómo ceder terreno, dijo Dudouet. Los líderes necesitan otra cualidad para esas discusiones: credibilidad. Dudouet dijo que algo que comparten muchos de los líderes que han recorrido trayectorias similares es el tiempo pasado en prisión. McGuinness fue encarcelado dos veces. Mandela pasó 27 años en prisión. El tiempo en prisión es tiempo para reflexionar y leer. También indica la disposición a sacrificar la libertad personal por la causa, dijo Dudouet. Esa credibilidad es la que ayudó a Mandela a iniciar las conversaciones que conducirían al fin del apartheid contra la voluntad de sus bases. Al Shara también pasó un tiempo en prisión en Irak por sus actividades yihadistas. Pero quizá la principal fuente de su credibilidad sea que fue quien derrocó a Bashar al Asad. Esto es importante. Ya ha tomado medidas que no son populares entre todos sus partidarios. Ha cortejado a los países occidentales y ha adoptado un tono comedido respecto a Israel, con el fin de asegurarse un apoyo internacional crucial para Siria. Sin embargo, también ha tenido que lidiar con incidentes de violencia sectaria, como uno ocurrido el fin de semana, en el que se vieron implicadas fuerzas gubernamentales, lo que quizá sea un primer indicio de que uno de sus mayores retos en la Siria de la posguerra podría provenir de aquellos con quienes antes compartía una visión del mundo.
Una región cambiante Pero el éxito o el fracaso de la transformación en curso de Al Shara —y de Siria— no solo depende de las características personales. Las circunstancias externas también son importantes. El colapso del apartheid en Sudáfrica coincidió con el final de la Guerra Fría, cuando Occidente perdió interés en apoyar al régimen. El Acuerdo del Viernes Santo se vio favorecido por el proceso de integración en la Unión Europea, que ayudó a que el Reino Unido e Irlanda se vieran mutuamente como socios. Al Shara se ha hecho cargo de Siria en un momento de enormes cambios en Medio Oriente. La dinámica de poder de la región está evolucionando con rapidez (el declive del poder iraní que apoyaba a Asad es en parte la causa de que Al Shara llegara a la presidencia). Aún no sabemos si esto ayudará o dificultará sus esfuerzos por forjar una nueva Siria, una tarea tan difícil que cuesta imaginar quién podría llevarla a cabo. Sin embargo, quizá Al Sharaa tenga más posibilidades que la mayoría. OTRAS NOTICIAS DESTACADAS
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